
Este centro neurálgico alberga varias historias, tradiciones, experiencias personales y colectivas que han ido configurando su entorno y percepciones.

De este modo, el cerro Huelen además de ser el lugar de los dioses, también era una demostración del poder de los dioses, ya que eran inamovibles. Lugares sagrados para los Mapuches, utilizado por el cacique Huelén-Huera como santuario.

Posteriormente, con la llegada de los españoles, este lugar cambia. Cambia la percepción que se tiene sobre el cerro, su importancia y su nueva consideración. Se deja atrás el legado sagrado brindado por los indígenas, dando inicio a una concepción con significados más bien de poder y control, ya que se usaba como punto de vigilancia y prisión. Cambia también su nombre a Santa Lucía gracias a Pedro de Valdivia.
El cerro ha perdido por completo la visión que la sociedad prehispánica tenía sobre él, siendo ahora el escenario donde se llevan a cabo luchas independentistas, servirá de refugio a maleantes y también de reposo para quienes no pudieron ser sepultados en cementerios.
En este momento, la percepción del lugar, el cerro Santa Lucía o Huelen, ha sido nuevamente cambiada con nuevas visiones por parte de la sociedad actual que lo ocupa. Sin embargo, más que un lugar, se ha vuelto un no lugar, un mero espacio del entorno que sirve de escenario para diversas índoles, careciendo de características comunes y propias de la ciudadanía que lo definan como se hacía en el período anterior.

En la década de 1980, el cerro Santa Lucía es nombrado Monumento Nacional, denotando el aprecio, interés e identidad que ha creado la comunidad con este espacio natural.
Durante el siglo XX se hicieron nuevas restauraciones que casi acabaron con lo anteriormente construido. Sin embargo la visión que posee la sociedad del lugar, no cambia. En este sentido cabe destacar la costumbre del llamado “cañonazo de las 12”, proveniente justamente de los cañones que se encuentran en las alturas, lo que genera un vínculo aún mas fuerte con las personas que viven a sus alrededores.
Hasta hoy en día, el tiempo ha cambiado la fachada y nombre, pero no así el sentimiento de pertenencia de este cerro. Más que para los Santiaguinos, es para todos los chilenos y nuestra identidad como nación, ya que es un lugar especial para nuestro pueblo Mapuche y fue el lugar donde se dio pie a la fundación de la capital.

Como se ha visto, han existido cuatro momentos importantes que han marcado la percepción de este cerro, denotadas por creencias, usos, visiones y restructuraciones que dejan ver el cómo la sociedad va modificando los entornos de acuerdo a lo que van viviendo y considerando como importante dentro del espacio-tiempo y lugar que habitan (Oslender, 2002)

Por otro lado, se puede abordar la enseñanza del lugar desde un enfoque libera-progresista de la educación geográfica en la que se podrán potenciar habilidades individuales que ayuden a mejorear y contribuir a la sociedad, aportando a su vez al desarrollo de una geografía personal (Fien, 1992), ya que la percepción que exista de este medio, determinará el comportamiento que exista frente a él (Capel, s.f.)
De este modo se entiende que el panorama que vemos hoy continúa en movimiento, ya que somos todos nosotros como sociedad quienes lo vamos conformando. Sociedad que cambia, piensa y ve las cosas de acuerdo a sus percepciones y creencias, las que deben ser respetadas y valorizadas, ya que todas ellas en su conjunto van creando la identidad que necesitamos como nación y como pueblo.
De este modo se entiende que el panorama que vemos hoy continúa en movimiento, ya que somos todos nosotros como sociedad quienes lo vamos conformando. Sociedad que cambia, piensa y ve las cosas de acuerdo a sus percepciones y creencias, las que deben ser respetadas y valorizadas, ya que todas ellas en su conjunto van creando la identidad que necesitamos como nación y como pueblo.